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Julia Hernández (Poeta) |
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Julia Hernández
(Poeta)
Julia Hernández . Nació en Limón, Costa Rica, en donde pasó su infancia y parte de su adolescencia, luego pasa a vivir a San José.
Desde muy temprana edad se perfila su amor por la poesía pero es en su adolescencia en donde empieza a escribir sus poemas de forma silenciosa.
Hoy en día es su pasión, que ya comienza a dar frutos en su libro en preparación, mismo que le permite trazar sus sueños en palabras y emociones.
NEGACIÓN
No, no se agota el amor.
Lo escucho en los diminutos
claustros de las amapolas,
que escalan el ocaso
fraguado en el ayer.
Obstinación que se cuela
por este oceáno irrenunciable de poemas
sobre el regazo de mis puertos silenciosos,
como si fuera una urgencia,
que mira de costado.
No,no se agota el amor.
Me conquista al pie de antiguos corredores.
Trasciende hacia lo ancho de mi propia orfandad.
Invade el peso de la lluvia
que brama detrás de todos los designios,
mientras desgrana el borde del milagro,
y en la inquietud del cáliz me navega,
sin olvidar mi nombre.
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Poema de la Semana 11 al 17 de febrero 2013 |
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Esta vez, como poema de la semana, hemos escogido un pequeño cuento, muy poético, que escribiera Isabel Hernández y que leyera durante el Recital-Homenaje que POIESIS le dedicase a Luz Ala Chacón. He aquí el breve relato, casi prosa poética:
Domadora del tiempo
A Luz Alba Chacón
Quien coquetea con el tiempo hecho metáfora
Con la sabiduría de quien carga la curiosidad siempre en una pequeña bolsita color rojo; ella resucitaba laberintos. Algunos habían muerto por una pasión, otros por venganza, hubo uno que se ahogó en un río, dejando pequeños caminos huérfanos.
Por eso el Tiempo se enamoró de la dirección exacta de su sonrisa: un guiño, una carcajada, unas cuantas letras acariciando su espalda y de pronto... todos los labios de la historia le susurraban mares y montañas en sus ojos.
El Tiempo quiso ser carne para ella, pero finalmente concluyó que la mejor manera de entregarse era respirando poemas desde la hoja en blanco.
Por eso, a partir de ese instante, cada uno de los minutos se empapa de tinta, solo para verla desenvainarle la mirada al tiempo.
Isabel Hernández
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