Aurelia Trejos París ha sido destacada folklorista nacional, su labor ardua en el rescate de la canción meseteña costarricense la ha catapultado como una de las más importantes recopiladoras de lo nacional. Como cantante inició en 1980, después de haber incursionado en el teatro con buen suceso. Es también cantautora y en su último disco es acompañada por el gran pianista Manuel Obregón. Como poeta ha iniciado recientemente en los talleres literarios de Poiesis, aunque siempre le ha gustado escribir.
Retroceso
Aprendí a soslayar las esquinas,
para no toparte.
Hilvané circunferencias
dejando surcos
entre calles y avenidas.
Te empinabas en mis hombros,
pedregales cansados,
por el ir y venir de la inconsistencia;
pero lograba sortearte
con mi capote
de locura.
Convertiste mi cuerpo
en tu guarida
¡¡Qué descaro!!
Era un embate perenne
frente a un solo adversario.
Perdí la contienda.
Retrocedí.
Y hoy que te conozco, soledad… te canto.
Momento presente
Para Olga Goldenberg
Dos blandas esferas.
Sensibles esponjas,
giran alrededor de su órbita vital
en el mañana de ayer.
La punta afilada de una lanza de plomo
traspasó los tejados de tu casa de madera,
con muro de ladrillo.
Me sonrió la materia:
las máscaras, la calaca, los cuadros,
la terraza.
Desalojamos la cotidianidad
y transitamos por los sueños astrales.
…entonces compartimos la hermandad conspirativa
de la vida y la muerte.
El tiempo nunca se detuvo
pero las horas se deslizaron, lentamente.
Con el sabor de la albahaca y las aceitunas
se enmarañaron la música y la poesía.
¡Gracias! al dios de los ateos.
Y esa noche,
¡ qué carcajada se tenían las estrellas!
Y mi piel,
embebida
con el olor de los jazmines.
Café Navidad
En los tugurios
la Navidad no es blanca:
es café,
sabe a hambre,
huele a lodo
Con martillos y cinceles
José, sin saberlo,
construye una cruz.
Y en cada golpe
oscila su desvelo:
¿y si no me reconoce como padre?
Mientras María le acerca
mendrugos color ayer
mira en silencio
el vientre-luz
que a punto ya de reventar,
es un capullo en Dios.
Desde aquel momento
en los tugurios
se celebra la esperanza.
Malaventurados aquellos
que no pueden ver las estrellas,
cegados,
por las luces del comercio.